INTRODUCCIÓN
En algún momento del siglo XX, la reflexión sobre la felicidad dejó de interesar a los filósofos. Hubo algunas excepciones como Bertrand Rusell y su La conquista de la felicidad, o Alain y sus Propos sur le bonheur. En general los filósofos callaron y fueron otros, psicólogos y psquiatras primero, y neurocientíficos, economistas y sociólogos después, quienes indagaron y explicaron esa vieja aspiración humana, sobre todo a partir de la segunda mitad de la centuria.
André Comte-Sponville, en 1984 obtuvo un éxito insospechada con su Traité du désespoir et de la béatitude (Tratado de la desesperación y de la felicidad)
que luego se ha extendido con otras obras, Mi punto de partida fue restablecer la cuestión de la felicidad,de la vida buena, de la sabiduría.
A través de Epicuro, Montaigne, Spinoza y otros pensadores, ComteSponville ha conceptualizado lo que denomina "felicidad en acto ", que consiste "en desear lo que tenemos, lo que hacemos, lo que es, lo que nos falta" añade el filosofo francés "Por eso podemos ser felices, y por eso lo somos a veces, porque hacemos lo que deseamos, porque deseamos lo que hacemos"
Javier Sádaba publicó Saber vivir, del que se lanzaron varias edicciones, sus reflexiones lo llevaron a distinguir la "buena vida" de la "vida buena".
La primera esta vinculada a los placeres inmediatos.
La segunda es una aspiración que se alcanza a través de la moral y la ética.
Para Sádaba, es lo que da sentido a la vida: la obra de arte por excelencia a la que podemos optar los humanos.
ATENAS ALUMBRA LA FELICIDAD:
Todas las reflexiones sobre la felicidad parten de la Grecia
del siglo v a.C., cuando se produce el denominado milagro griego y la
democracia ateniense instaura espacio de libertad. Los griegos llevaban entonces
tres o cuatro siglos repitiendo con Homero que los hombres eran las criaturas
mas desdichadas de la tierra porque estaban sometidas al capricho de los dioses
y a un destino inexorable que no podían controlar. Platón ideo una república
gobernada coactivamente por los filósofos para promover las verdaderas
justicia, verdad y felicidad, que sirvió de inspiración a modelos utópicos
posteriores
En el s. XVII la felicidad pasó a formar parte de una senda liberal, junto con la realidad
mercantil que comenzaba a tener importancia en la sociedad.
El filósofo, Thomas Hobbes decía que: “la felicidad de esta
vida no consiste en el reposo de una
mente satisfecha, porque no hay ningún finis ultimus o sumum bonum (Bien
Supremo) tal como se apunta en los libros de los antiguos filósofos morales.”
Este filósofo inglés entiende la felicidad como un proceso
continuo del deseo.
Más tarde otro filósofo, John Locke negó que existiera un
Bien Supremo para alcanzar la felicidad
ya sea la virtud, la contemplación o los deleites físicos.
Locke decía que los hombres pueden llegar a ser felices
disfrutando de las cosas que se encuentran al servicio de la vida: “La salud,
la comodidad y el placer”, pero manteniendo
la esperanza de que cuando acabe esta vida se comienza otra nueva.
Esta idea continuo en el siglo siguiente con los ilustrados
escoceses: David Hume y Adam Smith los que defienden que el mundo es un lugar
feliz en el que la virtud es placentera y los seres son sociales por
naturaleza.
El pensador Inglés Jeremy Bentham sostuvo que la medida de
lo correcto o equivocado debería ser “El mayor bien para el mayor número de
personas.”
Este precepto se desarrolló en el s. XIX en el
“utilitarismo”, realizado por John Stuart Mill y supuso un gran alcance, pues
hizo que la filosofía de los estudios
científicos sobre la felicidad del s. XX.
ROMA: LA FELICDAD TERRENAL
Roma dio continuidad al legado griego, al igual que la
escuela estoica del griego Zenón que proclamó que el hombre feliz es el que se
conforma con su suerte. Pero sería Horacio, que vivió unos años antes que
Séneca, quien recogería con más amplitud o eclecticismo los ideales griegos. El
poeta romano mezcló en sus recomendaciones para ser feliz la autosuficiencia
estoica, la discreción epicúrea y la regla del término medio de Aristóteles, y
alentó a vivir bajo la máxima Carpe Diem.
CRISTIANISMO: LA FELICIDAD ESTÁ EN EL CIELO
Todo ese mundo se vino abajo con la llegada de la fe
cristiana, que trajo consigo, que todos los hombres son iguales. Sin embargo
esa fe postergaba la felicidad a una recompensa en el Cielo. El Pecado Original
nos condenaba a una vida de tormento. Esta concepción se impuso a partir del
siglo IV y no sería modificada hasta mil años después.
Pero el mayor cambio llegaría con la Reforma de Martín
Lutero, quien profundizaría en las naciones de predestinación e introspección
presentes en San Agustín para trasladar la responsabilidad religiosa de la
Iglesia a la conciencia individual, algo que tendría grandes consecuencias
religiosas, filosóficas y políticas. En Lutero, el mundo sigue lleno de
sufrimiento, pero valora lo que nos aportan los pequeños placeres terrenales y
pide a los cristianos que sean alegres.
El pensamiento se fue haciendo laico y libre, y la felicidad
volvió a estar en el centro de las preocupaciones filosóficas.
LA DOBLE
CARA DEL PROGRESO.
Este fragmento trata sobre que la
felicidad se extendió rápidamente, que se atribuye generalmente a la mejora de
las condiciones de vida y la libertad que se generalizaba, y escrito por
Rousseau.
A LOS 38 AÑOS.
Este fragmento
trata sobre que a los 38 años Michael de Montaigne, se retiro a vivir al
castillo que llevaba su nombre en la Dodoma Francesa, para alejarse de las guerras de religión que
ocurrieron en Francia en el siglo XVI, durante ese periodo de tiempo escribió
unas memorias sobre su vida en las que aparecen los hechos más relevantes e
importantes de la vida de Montaigne.
S.XVIII: EL DERECHO A LA FELICIDAD
Kant nos afirma que no se puede determinar el concepto de
felicidad y por tanto que solo se puede obrar, dar consejos empíricos como por
ejemplo una dieta, para ahorrar…
Una reflexión que no hicieron suya los ilustrados franceses, que
convirtieron la satisfacción y el bienestar personal en un arte de vivir. Pero
no solo razonaron sobre cómo maximizar el placer y minimizar el dolor, también
convirtieron la felicidad en un objetivo político.
El objetivo de la sociedad es la felicidad común. Unos años antes,
en 1787, ilustrados norteamericanos como Thomas Jefferson y Benjamin Franklin
ya habían establecido en la Constitución de Estados Unidos el derecho de todos
a la búsqueda de la felicidad.
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